APERTURA DEL CURSO
Se abrió el curso, según costumbre, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el domingo 14 de septiembre de 2025. Presidió la Santa Misa el consiliario, D. Fernando Cruz-Conde y Suárez de Tangil, Prestó el servicio de acólito NH Daniel Luque y el de monaguillo, NH Gonzalo García. El acompañamiento musical estuvo a cargo de Emilio Arroyo, que interpretó al órgano Pilat obras de Marco Frisina, especialmente, Chi ci separerà y Vidi la nuova Gerusalemme.
Terminada la entrada, hizo la monición el hermano mayor, Alberto Villar, con unas palabras de bienvenida, impetrando de nuestros Titulares la buena marcha del curso que comienza y terminando con el rezo del himno del Oficio de Lecturas de este día. Las lecturas y el salmo las realizó NH Miguel Rodríguez-Pantoja.
D. Fernando recordó en la homilía la antigüedad de esta fiesta, que conmemora tanto el descubrimiento de la Santa Cruz en el Calvario, por la madre del emperador Constantino, Santa Elena, como la recuperación de la misma de manos de los persas por el emperador Heraclio. Pero aún tiene una enseñanza más profunda, no solo por ser la cruz el símbolo de los cristianos, sino porque encierra la verdad de la Redención. Celebramos el comienzo de curso de la hermandad Universitaria. Pues bien, Cristo recibe a Nicodemo, que es un intelectual, un universitario podríamos decir hoy, que busca la verdad. Y enseguida le vaticina Jesús que tiene que ser elevado como la serpiente de bronce, para que todos se salven. En el sacrificio del madero, Él viene a entregar la nueva vida a quienes gusten recibirla: “El que cree, no será juzgado; el que no cree, ya está juzgado” (Jn 3, 18). A veces nos cuesta entender, como a Nicodemo, por qué el Señor tuvo que elegir este camino tan terrible de la muerte de cruz, pero San Pablo nos explica que el Padre entregó a su Unigénito como fruto de su Amor inmenso. En la cruz, sea grande o pequeña, humildemente aceptada, el cristiano encuentra la esperanza de la resurrección y de la gloria, como su Maestro. En la cruz se redime el pecado cometido por Adán en otro árbol, de modo que por el sacrificio de Cristo puede, si cree, recuperar el paraíso perdido.
Finalizó la ceremonia con el canto de la Salve Regina, en la capilla de los Titulares, ante Nuestra Señora de la Presentación. Laus Deo.